LA NO VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES, OBLIGACIÓN UNIVERSAL.
ECLIPSE
Por Benjamín H. Yáñez Campero
La
violencia en contra de las mujeres es el resultado de años de discriminación y
por desgracia puede ser de muchas formas; verbal, física, psicológica,
económica y desde luego sexual; este fenómeno no reconoce edades ni fronteras, clases
sociales o niveles culturales, quienes son víctimas de este delito se ven
afectadas no solo al momento de ser violentadas, sino por el resto de sus
vidas, trastoca de manera significativa su interacción cotidiana, sus familias,
entorno y desarrollo.
Existen datos de la
Organización de Naciones Unidas (ONU) que señalan que: el 70 por ciento de las
mujeres experimenta violencia en el trascurso de sus vidas y absurdamente
señala que la violencia más “común” yo diría frecuente, es la infringida por
una pareja íntima, golpeadas y/o
obligadas a tener relaciones sexuales; por su parte la Organización Mundial de
la Salud (OMS) señala que: el porcentaje de mujeres que han sido sujetas a
violencia sexual por una pareja íntima varía del 6 por ciento en Japón hasta el
59 por ciento en Etiopía. Que por aterrante o aberrante que parezca, se calcula
que a nivel mundial, una de cada cinco mujeres se convertirá en víctima de
violación o intento de violación en el transcurso de su vida; En la República
Democrática del Congo se reportan aproximadamente
1,100 violaciones al mes, un promedio de 36 mujeres y niñas violadas cada día. Las
mujeres entre 15 y 44 años de edad corren mayor riesgo de ser violadas o
maltratadas en casa que de sufrir cáncer, accidentes de vehículos, guerra y
malaria, según estadísticas del Banco Mundial.
Según cálculos de la
ONU, entre 500 mil y 2 millones de personas son traficadas anualmente para la prostitución,
mano de obra forzada, esclavitud o servidumbre y de esta escalofriante cifra, alrededor
del 80 por ciento de las víctimas son mujeres y niñas. Pero esto no acaba aquí,
a esta lista de terror se les suman, las mutilaciones genitales, la violencia
en el embarazo, asesinatos por dote (por no cumplir con la dote acordada),
homicidios por honor (cuando se
sospecha de adulterio o practicas prematrimoniales) y qué decir de la
prohibición o penalización, de Gobiernos obtusos, a decir sobre su propio
cuerpo, a vestirse como les dé la gana, a mostrar u ocultar lo que les plazca o
simplemente a caminar, beber un trago sin ser molestadas; pero el más
indignante de todos, es ese que va mucho más allá de los derechos humanos, ese
que lacera no solo el cuerpo y alma de la mujer sino a la sociedad entera, el
más cruel, vil y despiadado, el que mata y envenena es: el silencio: El silencio tuyo, mío, de los vecinos, compañeros,
transeúntes, familiares, amigos y desde luego de autoridades; silencio que se
asocia apocalípticamente con la indiferencia, la complicidad ciega, pasiva o
activa, corrupción, intereses mezquinos e inercias ancestrales, heredadas o
adquiridas.
No seamos cómplices,
actores, espectadores y mucho menos receptoras de violencia, venga de quien
venga; denunciemos, exijamos el diseño e implementación de políticas públicas,
programas educativos, leyes que fomenten, eduquen y obliguen a tener respeto
irrestricto a la mujer, levantemos la voz y digamos con contundencia:
“a las mujeres NO se les toca, ni con el
pétalo de una rosa”.
Mi solidaridad
fraterna para aquellas víctimas de este indignante absurdo.
El morral del ciego:
Que
les parece para la siguiente entrega, representantes del grupo delictivo de
“Los Caballeros Templarios” en la Casa del Pueblo, si en el Senado y recibidos
por Senadores de la República.
Violencia en contra de cualquier ser es un acto que nadie debe sufrir seamos hombres o mujeres y si además se oculta es peor. Que cifras tan dolorosas. Emma Yáñez
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